PARACAS e ICA: AVES, PINGUINOS , LOBOS MARINOS Y BODEGAS

DIA 2 DEL VIAJE

Aunque Maite no estaba muy interesada en visitar Paracas, ya que no es una gran entusiasta de los animales, hoy por ti y mañana por mí, acordamos  ir a Paracas con el fin de visitar esta zona, que entre otras cosas ha sido declarada reserva regional para aves migratorias.

La principal atracción de esta reserva son las Islas Ballestas, (son tres islas Ballesta norte, Ballesta centro y Ballesta sur) donde habitan muchas aves distintas  como Pelícanos, Guanayes, diversos tipos de gaviotas, cormoranes, etc… lobos marinos y pingüinos, entre otras muchas especies.  Las Islas Ballestas son reserva nacional y un área natural protegida. Los pingüinos son de las especie llamada “Pingüinos de Humboldt”, que es la única especie de pingüino que vive en Perú de forma permanente.

La bahía de Paracas, de donde salen las expediciones a las islas, está a unos 250 kilómetros de Lima. Nosotros hicimos el viaje en  autobús “La Cruz del Sur” desde la capital, la verdad es que el paisaje no es muy bonito,  para hablar francamente es bastante feo,  por lo que nuestra primera impresión de lugar no fue muy positiva.

Una vez llegados a Paracas y aunque nos ofrecieron taxis, fuimos andando hasta el hotel (Hospedaje Racs) , ya que desde la estación de autobuses hasta la zona de hoteles y bares no hay más de diez minutos andando. Como ya estaba atardeciendo,  dimos un vistazo rápido al lugar. Aunque había varios bares y tabernas, estaban vacíos, ya que no había mucha gente. Así que tras preguntar el precio de la excursión a las ballestas y ver que en todos sitios costaban parecido, decidimos contratarla desde nuestro mismo hotel, del que teníamos buenas referencias. La verdad es que acertamos, porque a la mañana siguiente la chica del hotel nos acompañó hasta el embarcadero y entramos los primeros al bote y pudimos elegir sitio.

Aunque había varios restaurantes junto a la bahía, estaban bastante vacios, así que nos decidimos por el “Misk´i” que tenía ambientillo y “happy hour” que aprovechamos para bebernos unos piscos y cenar muy a gusto, la verdad.

DIA 3 DEL VIAJE

Las islas están a una media hora, hay que ir abrigados pues se va temprano y hace frio.  Como hemos dicho tuvimos ocasión de ver multitud de aves, lobos marinos y pingüinos.  También recibidos algún “regalo” de las aves en forma de “proyectil  de guano”.  Debido a este desecho que dejan las aves, cada cinco años unos trabajadores van a recoger todo el guano que se ha formado en las Islas y luego se usa como abono natural. ¡Eso sí que es un trabajo duro!

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EL CANDELABRO

En la travesía hacía las Islas se puede apreciar la figura del “Candelabro”, un geoglifo, que nos recuerda a los de Nazca, y que está grabado en una ladera. Mide unos 180 metros de largo y los arqueólogos no se han puesto de acuerdo sobre su significado: algunos aseveran que está hecho por extraterrestres, otros por antiguos peruanos para orientarse, ya que solo se puede ver desde el mar, o incluso una señal para los piratas.

La visita dura unas dos horas, por lo que para las 10 ó 10,30 horas estábamos de nuevo en el embarcadero.  A Antxon le gustó  mucho la visita a las Islas, debido a la gran diversidad de fauna que las habitan y a lo cerca que puedes verla, pero a Maite, la verdad, le dejó un poco fría.

Nuestra siguiente etapa era Nazca y aunque habíamos valorados ir seguido hasta allí, pensamos que quizás para cuando llegáramos a Nazca no nos daría tiempo a ver sus famosas líneas desde el aire, así que decidimos aprovechar el día e ir a Ica y visitar alguna bodega, para coger desde allí el autobús y llegar a la noche a Nazca.

ICA

Contratamos el transporte a Ica (“la movilidad” como dicen en Perú) desde el mismo hotel y sobre las 11 de la mañana nos recogió en la puerta y nos pusimos rumbo a Ica.

Tras comprar los billetes a Nazca y facturar el equipaje en la estación de autobuses de Ica, nos dirigimos hacia la Plaza de Armas y cerca de ésta contratamos la visita a unas bodegas.

Ica, como ciudad, la verdad es que nos decepcionó un poco ya que nos pareció un poco caótica y polvorienta, a lo mejor porque llegamos a  la hora punta del tráfico.

En cuanto a las bodegas visitamos dos. Queríamos ir a la más famosa  -“Tacama”- pero cerraba los lunes, así que fuimos a una industrial “Vista Alegre” y a otra más pequeña: “El Catador” Nos gustó más la visita “Vista Alegre”, ya que la hicimos solo con un chico que entendía un montón de vino que nos explicó un poco la historia de la bodega, los vinos que hacían y el procedimiento que usaban para hacerlos, así como para hacer Pisco también. “El Catador” era también más turística y no nos aportó mucho, la verdad.

Como nos sobraba tiempo el chófer nos acercó a “la palmera de las siete cabezas” en el pueblo de Cachiche –famoso  por sus brujas- y a Huachachina para echarle una ojeada a las dunas y su laguna, que nos decepcionaron bastante. La laguna, aunque en su tiempo fue una laguna natural rodeada de bellas leyendas, hoy en día es artificial y el agua que se vierte en ella está pagada por los hoteles de las orillas, para poder mantener sus negocios, que con la laguna seca cerrarían. Las dunas son bastante grandes y si no has visto dunas nunca, quizás te pueden llegar a impresionar. Nosotros cuando preparamos el viaje valoramos el dormir en Huachachina y al verlo nos alegramos de no haberlo hecho, aunque para gustos están hechos los colores porque a los peruanos les encanta Huachachina.

De aquí fuimos a la estación de autobuses y sobre las 18 horas nos dirigimos hacía Nazca a donde llegamos sobre las 21 horas.

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